¿Qué es la disfagia? 

La Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) define la disfagia como la dificultad para la deglución o problemas para el paso de los alimentos desde la boca hasta el estómago.

La disfagia se puede clasificar en dos grupos, dependiendo de la fase de la deglución que esté implicada en su producción:

  • Disfagia orofaríngea: es un trastorno reconocido por la OMS que se caracteriza por dificultades para iniciar la deglución. Esto es, trasladar de manera segura y eficaz el bolo alimenticio desde la boca hasta el esófago. Esto causa graves complicaciones, tales como la desnutrición y la deshidratación, complicaciones respiratorias y neumonía por aspiración.
  • Disfagia esofágica: la fase de la deglución está alterada a nivel del esófago, y se observa cuando el bolo alimenticio ha llegado al esófago. No obstante, hay una dificultad para empujarlo hasta el estómago. Existe una sensación de atasco del alimento en el pecho o zona torácica.

¿Cuáles son sus fases?

El mecanismo de la deglución es un proceso complejo, donde se tienen que coordinar distintas estructuras musculares con la participación del sistema nervioso en una sincronización armoniosa. En él, se distinguen tres fases secuenciales:

  • Fase oral: dentro de ésta podemos distinguir una fase preparatoria de masticación, donde se forma el bolo alimenticio y una de transporte donde dicho bolo pasa a la faringe.
  • Fase faríngea: es una de las fases más complejas donde es necesaria una mayor actividad coordinada por las distintas estructuras implicadas. Así se debe aislar mediante el velo del paladar la nasofaringe, se eleva y cierra la laringe. Por último, se relaja el esfínter esofágico superior junto con la contracción del músculo faríngeo, propulsando el bolo alimenticio al esófago.
  • Fase esofágica: una vez llega el bolo alimenticio al esófago se inician unas contracciones peristálticas. Estas impulsan el alimento hasta la unión del esófago con el estómago, relajándose el esfínter esofágico inferior y pasando al estómago.

¿Cómo afecta la disfagia a los pacientes de COVID-19? 

En los pacientes ingresados por COVID-19 se han observado dos alteraciones frecuentes: la disfagia (o problemas en la deglución) y el riesgo nutricional/malnutrición. Este ocasiona una gran pérdida de peso y puede comprometer aún más su estado inmunitario.

El Dr. Pere Clavé, director de Investigación del Hospital de Mataró, Consorci Sanitari del Maresme (Barcelona) y Presidente Fundador de la Sociedad Europea de Trastornos de Deglución, indica las consecuencias de no diagnosticar y tratar la disfagia en pacientes con COVID-19: «estas pueden derivar en una mayor incidencia de sobreinfecciones respiratorias, neumonía aspirativa, deshidratación o malnutrición. También en reintubaciones en pacientes post UCI, prolongación de los días de ingreso, e, incluso, mortalidad en el hospital».

«El abordaje simultáneo, precoz y universal de la disfagia y el riesgo nutricional en estos pacientes mejora la evolución clínica de los pacientes hospitalizados y de aquellos dados de alta”, añade.

La importancia de detectar la disfagia como parte del abordaje del paciente COVID-19 ingresado 

La experiencia clínica de las últimas semanas se ha recogido en distintas guías médicas. Por ejemplo, la guía de nutrición clínica publicada por la Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo (ESPEN) y la guía de práctica clínica del Hospital de Mataró.

Esta última ha destacado tres nuevos fenotipos principales de pacientes con disfagia orofaríngea relacionados con la infección por SARS-CoV-2:

  • Por una parte, se encuentran los pacientes ingresados en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). En ellos se ha visto una disfagia orofaríngea asociada, bien con la intubación o ventilación mecánica, o a traqueotomías o sondas nasogástricas.
  • Además, se ha detectado disfagia orofaríngea en pacientes ingresados en planta con infección respiratoria, neumonía o insuficiencia respiratoria. Algunos de ellos con una enfermedad grave que necesita de una alta concentración de oxígeno o ventilación mecánica no invasiva.
  • Finalmente, podemos hablar de pacientes post-agudos de COVID-19 dados de alta de hospitales a centros de rehabilitación, residencias de ancianos o centros sociosanitarios. Estos han desarrollado una disfagia orofaríngea asociada a la fragilización acelerada que causa la enfermedad.
  • “Para todos estos grupos de pacientes es imprescindible una correcta evaluación al ingreso del riesgo de disfagia orofaríngea y malnutrición. Asociadas estas a la severidad clínica de los diferentes síndromes COVID-19 que han desarrollado y a las necesidades médicas que han requerido. Por ejemplo, la intubación o la ventilación mecánica”, explica el Dr. Clavé.

El riesgo de desnutrición asociado a la disfagia orofaríngea en pacientes con coronavirus 

El Hospital de Mataró inició un estudio hace unas semanas cuyos datos iniciales demuestran que el 55% de los pacientes en Unidades de Hospitalización COVID-19 presentan problemas para tragar. El 84%, riesgo nutricional.

Por este motivo, el centro ha iniciado una estrategia proactiva de cribado, identificación y tratamiento precoz de todos los pacientes. Desde el momento de su ingreso con productos adaptados tanto textural como nutricionalmente.

En el citado estudio de la Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo, las dificultades en la deglución después de la extubación pueden durar hasta 21 días. Sobre todo en aquellos pacientes ancianos o en los que han sufrido una intubación prolongada. Adicionalmente, se ha observado que cerca del 24% de los pacientes de mayor edad dependían de una nutrición por sonda hasta tres semanas después de la extubación.

Fuente: https://actualidadsanitaria.com/

La disfagia dificulta la recuperación de los pacientes de COVID-19